RAIMUNDO RAMÍREZ
Vine al mundo, al trasluz de un sol poniente ,
gesticulando la hibridez de un viento
ábrego, enmarañado, novembrino.
Ya en el primer turbión rodó el cimiento
y mi yo quedó en nada: igual que el vino .
Me fue negado el sol, el techo, el aire ,
el rebenque y la espuela ;
fui relegado a trasnochar a tientas
por unos derroteros
de vergüenza y lágrimas.
¿Qué puede esperar ya mi fenecida sangre ?
Hoy me han dejado a ciegas el callejón del miedo .
Sólo clavos de punta, sólo rútilas piedras
ensayan transparencias en mis áridos huesos.
Sólo si estoy dormido subo constelaciones
y sonajeo estrellas, y sediciono vientos;
pero en sólo un instante me traspone la sombra
y me llueven vigilias las alertas del sueño .
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3 comentarios:
A veces el vivir puede ser un duro lastre del que sólo el sueño nos salva.
Hermoso poema.
Besos.
La vida no es fácil, tiene sus cosas buenas y malas, depende de cómo las enfoquemos nos irá peor o mejor.
Besos!
hola bonita he venido de visita a saludarte con cariño y admiracion.besossssssssssssssMarina
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